top of page

Veintidós, nunca se enamoren (Capítulo 4)

  • Foto del escritor: lautaro dattoli
    lautaro dattoli
  • 2 ago 2017
  • 2 Min. de lectura

Capítulo 4

Primavera

Justo en el momento que decidí salir a la calle dejó de llover. Se me ocurrió ir a la Iglesia, como para variar un poco. No soy muy creyente, pero la fe es lo último que se pierde dicen algunos. Al igual que todos los lugares de este barrio, la Iglesia me trae muchos recuerdos.

En una capilla conocí a Jazmín, la típica muchacha que no te registra, pero por la cuál vos dejás lo que sea y hacés todo para llamar su atención. Un amor a primera vista. Ella cantaba en el coro de la iglesia y yo nunca faltaba, sólo para oírla.

Cuando terminaba la misa y todos nos retirábamos del lugar, siempre la esperaba el mismo joven apoyado en una moto, él tenía cabello oscuro, barba bien recortada, jean y músculos por todos lados. Pero nunca sentí celos porque me gustaba tanto verla feliz aunque fuera junto a él, que eso era mas importante que cualquier otra cosa.

Un día ella salió sola. Yo la observaba asombrado de que su chico no estuviera ahí. Jazmín caminó hasta la esquina, se detuvo en la entrada de una casa y se largó a llorar desconsoladamente. No lo dudé ni un segundo y fui hacia ella.

Al principio me dijo que no le ocurría nada y que me fuera pero yo no pude hacerlo, ahí me explicó que su novio, el chico de la moto, la había golpeado luego de discutir. Sentí tanta bronca que quería ir a buscarlo.

Estuvimos como tres o cuatro horas hablando, incluso la acompañé hasta su casa y una cuadra antes me agradeció, yo con eso ya era feliz, pero en la esquina se acercó más y me miró fijamente, me temblaba todo el cuerpo, me iba a besar, estaba claro. Cuando cerré los ojos para rozar nuestros labios apareció él, ella gritó y sin que yo me diera cuenta sentí un golpe en el rostro, caí al suelo y la escuché a ella llorar, sentí que se la llevaba, no pude reaccionar y cuando me levanté no había nadie.

La semana siguiente fui, aún con la marca del golpe, a escucharla cantar, pero ella no estaba. Le pregunté a todo el grupo del coro y nadie sabía nada, justo ahí se acercó el cura y me dijo que Jazmín se había confesado con él días antes y le había contado que iba a abandonar la ciudad junto a su novio… Me quería morir.

Por eso desde ese día me gusta que llegue la primavera, porque el Jazmín florece de nuevo y puede quizás volver a mí.

 
 
 

Comments


bottom of page